martes, 30 de noviembre de 2010

COMENTARIOS A LA LECTURA DE VUELTA DE SIGLO DE BOLIVAR ECHEVERRIA


 Viernes 12 de noviembre del 2010

V.:M.:, Q.:H::

Me es  grato compartir con Uds. esta ilustrativa lectura de uno de los últimos ensayos publicados por Bolívar Echeverría donde se recogen los temas que han motivado al autor a reflexionar sobre una revisión de lo sucedido en una era de la historia y lo que nos depara en este nuevo ciclo histórico, que auque parece una división arbitraria sin embargo, existen circunstancias que el autor lo hacen pensar como el inicio de acontecimientos diferentes a lo sucedido en el siglo XX.

En este libro, Echeverría nos recuerda como debe ser el comportamiento de quien se acerca a una lectura: es un momento donde lo expuesto por el escritor despierta en el lector un sinnúmero de razonamientos que dan lugar a una nueva experiencia, siendo eso lo que voy a tratar de hacer en este trazado.

Ciertamente es preocupante para Bolívar que en esta época, “el libro y la lectura ocupen un lugar cada vez menos determinante y que los mass media desarrollados los desplacen irremediablemente como instancia social de creación y modelación de la opinión pública”, trayendo como consecuencia  “el ocaso del hombre que lee, y amenazando su desaparición”. Este es el homo legens, “el ser humano cuya vida entera como individuo singular está afectada esencialmente por el hecho de la lectura” y aunque puede ser una aproximación al Don Quijote “ cuyo amor al mundo terrenal lo lleva a intentar salvarlo del estado en que se encuentra reconstruyéndolo en lo imaginario” también es cierto que es aquel que puede discernir “lo  ilusorio de la identidad prometida por el mundo capitalista” no obstante que de esta manera “colabore y a su vez contradiga el proceso de pulverización del sujeto social”(1)

Siendo el acto de leer, parte de una manifestación cultural, Echeverría da una continuación a esta primera reflexión y se involucra en dilucidar la concepción de la cultura. Parte de un primer enfoque filosófico que la define como “el cultivo de las formas de los objetos y de las acciones humanas” y luego la interpreta como “una reconstrucción del momento y del acto en que fue inventada o descubierta y en el que apareció o se fundó una identidad social”. Entendidos estos preceptos básico formula su propia concepción afirmando que “la cultura es el cultivo de una infinidad de formas, la reactualización de un sinnúmero de identidades que gravitan sobre los individuos tanto en su praxis política como en su lengua”(1)

Y al hablar de cultura no deja de lado una minuciosa revisión de la religión en la vida moderna, su práctica y su estructura de influencia y como forma hábitos en los individuos y como estos son aprovechados. Me pregunto si los masones somos concientes de aquello, o si lo estamos, estamos seguros de cómo practicar nuestra tolerancia?

El análisis de la religión lo empieza con Marx, de él rescata que “lo que la modernidad capitalista ha hecho con Dios, no es propiamente matarlo, sino sólo cambiarle su base de sustentación, su apariencia” A partir de esto deduce que “confiar en la mano oculta del mercado  como la conductora última de la vida social implica creer en un Dios, en una entidad metapolítica, ajena a la autarquía y a la autonomía de los seres humanos, que detenta sin embargo la capacidad de instaurar para ellos una sociedad política, de darle a esta una forma y de guiarla para la historia, … la sociedad civil capitalista, es un pseudo ateismo, donde se ha instalado un Dios discreto pero no menos poderoso, el valor que se autovaloriza” Así entonces se reinventa un Dios, un Dios que existe en la política como contraparte de una escasez , y esta “no es la consecuencia de un fracaso del capitalismo, sino todo lo contrario, el resultado de su triunfo” De esta manera en la sociedad se desarrolla una estructura que permite controlar las conciencias individuales y su actuación en la sociedad, por lo que “no hay realización de lo político, es decir, no hay construcción de relaciones sociales de convivencia, no hay producción de formas, figuras e identidades para la sociabilidad humana que pueda cumplirse si no es en obediencia a una estrategia autorestrictiva, a  un pacto metafísico, a través del respeto a una normatividad que es percibida como revelada e incuestionable.” (1)

Si algo nos caracteriza a la mayoría de los latinoamericanos es nuestro catolicismo, a él nos encomendamos para que nos proteja, para que no nos alcance la espiral de violencia diaria que se vive en las calles, para enfrentarnos al miedo sembrado por los mass medios. Es esta la verdadera violencia moderna? Para Echeverría este panorama de violencia es aún más lastimero: porque como individuos no logramos evidenciar el origen de esta violencia. Esta es otra de las tesis que desarrolla en este libro y que aclara la esencia de este problema. 

En primer lugar nos recuerda que “la violencia moderna no actúa sobre el individuo, ..sólo desde fuera de él sino que lo hace sobre todo desde dentro del mismo”, afirma que la figuras de violencia son innumerables y están interiorizadas como amenaza de castigo por resistir a la subsunción capitalista, o como amenaza omnipresente de ser convertido en un elemento antisistémico de la sociedad. Esta menaza interiorizada “recorre el cuerpo social en su conjunto promoviendo estructuras de carácter (subjetiva) y de comportamiento (objetiva) que hacen mas llevadera esa violencia.” Aunque señala que el estado moderno, “puede presentarse como una antiviolencia en la medida en la que es un instrumento de la eliminación de un cierto tipo de violencia, de aquello aún no domesticado como naturaleza”, a su vez recuerda que las instituciones están hechas para castigar todo lo que pueda haber en el cuerpo social de incapacidad de interiorizar el proyecto político, moral e ideológico. Las formas arcaicas de violencia han sido refuncionalizadas por el monopolio del estado por lo que permanecen se renuevan y perfeccionan,. ..reaparecen sobre el terreno propicio de una nueva escasez absoluta que enfrenta hostilmente a los seres humanos entre sí”(1).


Entender el entramado social es una tarea que no la deja inconclusa y se adentra en el análisis de la nación posnacional,  “El estado moderno es un estado socavado por el poder transnacional de capitales que poseen monopolios sobre el stock tecnológico de alto rendimiento, …bajo la soberanía de su poder sobre un territorio y sus habitantes asegura la empresa de acumulación de capitales, permitiendo que cobren su parte dentro de la división sujeta a la azarosa competitividad mundial. Este estado de bases étnico - territoriales sólo parece servir para mantener a raya, dentro de las fronteras establecidas, a todos aquellos humanos que no pueden todavía integrarse en la comunidad del nuevo estado trans y posnacionacional”.(3) Entonces el estado figura como una gran empresa, cuyo papel es posibilitar la explotación capitalista. (2)

Va mas allá de  esta concepción del estado, cuando analiza la cultura como cultivo de la identidad, Echeverría lo  aborda para entender la realidad cultural de América Latina, una identidad que presenta una amplia pluralidad de usos y costumbres que incluso puede mostrarse como una incompatibilidad. Señala que esta pluralidad identitaria que se da a través de una unidad  no puede ser una característica de orden étnico o ancestral así como tampoco de orden nacional o artificial,  la afirmación de una unidad que no niega, sino reproduce la pluralidad puede ser vista como un destino favorable de la cultura, puesto que es un rasgo afirmador de la vida..pero a su vez es un hecho que llama a la reflexión y advierte una situación de peligro,… en el reacomodo del mundo según la globalización neoliberal, en su duplicación de un mundo de los pocos “salvados” y otro de los muchos “hundidos”… se trata de la creación de una región aparte, no en la geografía, sino en la topografía del sistema de las necesidades de consumo, destinada a los seres civilizados o propiamente humanos, cuyo costoso mantenimiento solo puede sufragarse mediante la creación de un entorno relativamente miserable” También destaca que “la forma propia de existencia de las culturas es el mestizaje. La cultura de las sociedades no puede llevarse a cabo de otra manera que no sea involucrando a otras culturas en el autocuestionamiento de su identidad”(1)

A manera de conclusión, al final propone hacer una reflexión sobre lo que significa ser de izquierda hoy, y la resume en dos actitudes “la resistencia y la rebeldía. Ambos elementos, sin embargo, parecen estar atados a una lectura subjetiva . El que resiste y el que rebela es el que forma el objeto mas contundente de la modernidad, el objeto que se niega permanentemente a ser moderno…. El que resiste es el que vuelve a sentir las cosas, sin alto, justo como un animal barroco. El que resiste, entonces, subordina todo sentido, en la crueldad y en la dicha, a la permanencia en la percepción” (2)

Nos recuerda como se ha promocionado la idea de que “El modo capitalista de producir y reproducir la riqueza no es solo el mejor modo de hacerlo, sino el único posible en la vida civilizada moderna, …una modernidad que no fuera capitalista sería un absurdo, una utopía irrealizable, pues el intento de alcanzarla “llevaría ineluctablemente a un retroceso a la barbarie, …a dejar en desamparo a la producción de los bienes terrenales y de abrirse así el dique de la ingobernabilidad” (1)

Y reafirma su esperanza cuando dice que observa en “la vida social contemporánea un amplio panorama de comportamientos afectivos, de voluntades de forma estética, de propuestas de reflexión y de actividades de todo tipo, cuya tendencia impugna ese dogma de fe: la producción capitalista” (1)


BIBLIOGRAFIA

  1. Echeverría Bolívar, Vuelta de siglo, Ed. Era, México, 2006
  2. Mendoza Carlos Oliva, Reseña de “Loop. sobre vuelta de siglo de Bolívar Echeverría”, Revista Argumentos, Universidad Autónoma Metropolitana, enero- abril / 2007
  3. Lamaniegos Manuel, “Bolívar Echeverría: en el horizonte crítico de la modernidad”, Destellos, 2010